martes, 3 de marzo de 2009

Bosques malditos



Me veo obligado a escribir estas líneas gracias a la necedad mostrada por la actual comunidad científica respecto al rechazo de, parte, de las crónicas del Prof. Riquert. Fue quizás aquel abuso de estupefacientes al que se sometió luego de la horrible expedición, la causa del escepticismo, aunque ese exceso nunca le quito su titulo, su profesionalismo y, desgraciadamente, tampoco pudo diluir su memoria. Pero, es gracias a ese maldito escepticismo por lo que me veo ahora obligado a recontar aquellos malignos sucesos del pasado año, de los cuales el mero recuerdo hace rechinar mis dientes y enviar escalofríos a mis extremidades, para traer de pronto mi infantil miedo a la oscuridad.

Todo esto porque mis compañeros, los sabios de Oxford, decidieron que parte del estudio de Riquert es ciencia y lógica, y que parte es mera psicosis. Espero que este relato les sea convincente y ruego por que el mismo los disuada de aquel segundo viaje expeditorio a las ruinas de Ultin-Khodor.

Debo confesar primero, la razón de mi silencio, la falta de informes, el silencio profesional, y es que, en mi ingenuidad, en mi terror, imaginaba, rogaba, por que el informe de Riquert y su estado físico y mental sería suficiente para persuadir prudencia por parte de la comunidad científica, tal parece que subestime el espíritu aventurero de los integrantes de mi alma mater. Pero es que los sucesos, los horrendos actos que presenciamos en aquel horrendo bosque fétido, no son algo que se querría mantener en mente, no es algo que, sin el apoyo de algún tipo de apoyo químico, tendría la entereza de contar.

Como saben, Riquert, Balin y su servidor partimos a los altos bosques del Congo, donde se habían descubierto unos pequeños monolitos que antecedían aun al padre del hombre. Nuestro interés no podría ser mayor, como biólogo darwinista esto podría ser una ventana a interesantes teorías sobre la ecología del mundo primitivo, para Balin, nuestro antropólogo, suponía una reestructuración de las etapas del desarrollo de nuestra especie. ¡Un cambio en la teoría antropológica del momento! Y no podemos minimizar el interés para nuestro querido Profesor Riquert, un arqueólogo dispuesto a dejar cualquier investigación por perseguir a las ruinas humanas más antiguas en este joven mundo.

Y así nos embarcamos hacia un terror aun desconocido. La llegada fue relativamente tranquila, diez días en automóvil todo terreno, hasta llegar a puntos olvidados aun por las tribus más antiguas del lugar, el viaje fue tranquilo, fue incluso tan invitante la selva, que uno llegaría a pensar que el maldito lugar deseaba el ser desenterrado.

El par de semanas a pie fue igual, sin tormenta o animal que ofuscara nuestro paso, ni siquiera los mosquitos, molestia tan conocida del lugar, se dignaron de aprovecharse de la sangre extra que cargábamos. La única advertencia que tuvimos fue en una tranquila y templada noche, a dos días mas para nuestra llegada a las ruinas, donde nuestro guía nativo, enloquecido entre pesadillas y sus propios gritos, huyo del campamento hacia un acantilado (ahora creo que fue el más afortunado del grupo, al no tener que pasar el resto de su existencia ahogado en sustancias para aminorar esos malditos sueños).

Fue la noche siguiente cuando los horrores iniciaron, pesadillas, sueños horrendos sobre ciudades antiguas y animales terribles, monstruos olvidados en la memoria de la humanidad atacaban nuestro descanso. No había noche que se durmiera completa, originalmente culpamos al extraño suicidio del negro, luego, a la maléfica arquitectura de Ultin Khodor, sus paredes nos susurraban, su funcionalidad carecía de sentido, sus edificios, si, ¡Edificios! A mas de 5000 años de la primera aparición de un ser humano, eran angulares y coincidían mas con un futuro sombrío salido de la mente de algún escritor noir, contenía salas exuberantes, a las cuales todos los cuartos coincidían, cuartos pequeños y personales, ninguno más grande que el otro, siempre tres, no importaba cuán grande fuera el edificio, siempre había tres cuartos, siempre de la misma medida, lo único que variaba era la sala; la sala y el jardín.

El jardín era un aditamento importante de estas “casas”, tenía un único acceso, siempre en el centro de la sala, se encontraba en una especie de escuálido sótano que mantenía una terrible variedad de plantas nocturnas, las cuales emitían una fetidez sofocante. Su entrada estaba en forma de una extraña cruz, de altitud variante, pero se mantenía a un radio de tres metros de largo por dos de ancho, de lo cual proseguían unas primitivas y angulares escaleras; cerca de 5 metros después se encontraba el jardín, sellado por un techo en forma de cúpula y con cuatro entradas de luces en su parte más alta, entradas que dispersaban los humildes rayos que entraban gracias a las plantas que poblaban los mismos, el cuarto, su arquitectura, peste y su función, nos intrigaba, no, más que eso, nos llamaba y, aunque ninguno de nosotros lo admitiera, nos aterrorizaba.

La investigación procedía y con ella las horribles pesadillas. Seguían los sueños de épocas malvadas y monstruos innombrables. Los estudios no correspondían, mientras la edad de las ruinas coincidía con las expectativas, la tecnología, estilo de vida y dimensiones arquitectónicas no coincidía con ningún otro asentamiento humano de la época.

Fue durante estas interrogantes cuando Ultin-Khodor nos mostro su verdadero rostro. Fue en la tercera excavación, después de dos semanas de malos sueños nuestra disposición había sufrido considerablemente, las plantas, una vez más, poblaban obstinadamente la entrada a el jardín, y Balin finalmente perdió su paciencia atacando a aquel mar verde, las flores rojas parecían sangrar ante el salvaje ataque de Balin, su machete violentaba todo lo que vistiera verde en ese maldito sótano.

Cuando perseguimos tras de el fuimos invadidos de una intensa repulsión hacia aquella violencia, Riquert y yo nos llenamos de una furia asesina hacia aquella vejación en contra de unas pobres e indefensas plantas, las flores y los tallos gritaban por ayuda; pude ver a Riquert caer en sus rodillas mientras cubría sus oídos y gritar – ¡Detente Balin!- a lo que Balin contesto, si bien en una voz que no era suya –Balin no es mas-.

Lo que prosiguió fue una violencia como jamás la hubiera imaginado, el reporte de Riquert omite la mayor parte de los detalles, mencionando que Balin perdió su cordura y que fue lastimado al intentar someterle, en realidad, fuimos nosotros quienes descendimos a ese estado menos que humano. Las cosas que le hicimos, la forma en que le mutilamos, los gritos de auxilio y los ruegos entre lágrimas de dolor, Balin, que te hicimos.

Y para esto requiero aun más fuerzas, pues estoy dispuesto a no volver a dormir, si, espero que estas palabras y mi subsecuente fin, les persuada a dejar solas las malditas ruinas de Ultin-Khodor y que sus horribles pesadillas queden olvidadas en nuestros malignos sueños.

*El doctor Phil McCormac fue encontrado muerto con un bote vacio de antidepresivos, alcohol y este escrito, dentro de su oficina.

3 comentarios:

  1. Se que es de mal gusto el comentar en tu propio cuento, pero le tengo que dar credito a Karla Yeme por hacer mejorar mi historia en un 50% con la adjuncion de bien pensadas imagenes.

    That shit be bitchin.

    ResponderEliminar
  2. >_< jeje dont give me so much credit it was nothing.
    Its a really good story, no se porque pero no dejo de pensar en la parte en que el guia cae por el acantilado O_O

    ResponderEliminar
  3. Cause thats a crazy bitchin part, me hubiera gustado flesh it out more, especialmente el viaje y su interaccion con el guia.

    ResponderEliminar