domingo, 15 de febrero de 2009

Lovey dovey and squishy

Ella causaba un efecto peculiar, sabia, gracias a mi fastidiosa y metiche memoria, que estaba alejada tres pisos del suelo en una ciudad vuelta loca, en un horripilante apartamento que existe en alguna mezquina esquina de alguna mezquina colonia que solo huele a dolor y muerte, sin embargo, bien podria estar en un castillo en Toledo o un burdel en Tokio, si ella estaba enfrente, mi mente no lo registraba. Su ser iluminaba mi mundo, el sol no existia sino hasta que su luz era reflejada en su rostro, mis oidos se olvidaban de escuchar otra cosa que no fuera su voz, su cabello enredado tenia mas misterios enmarañados en el que cualquier libro de biología y sus pies guiaban a los mios a formar un perfecto compas juntos, a tres pisos de una ciudad vuelta loca.

Ella llego a mi vida una noche d etormenta, una extraña que trajo agua y hambre a una de cualquier otra forma feliz cena navideña; su auto se averio y mis padres y hermanos le ofrecieron una hospitalidad que yo no tuve la oportunidad de darle, ya que, desde que mis ojos se sentaron en aquel rostro mojado por la lluvia de mi veinticincuavo invierno, no los he podido apartar de ella. Y si estas son las ultimas horas de mi vida, verla es mi ultimo deseo.

La musica continua, motivada por la poca energia que le nutren las gastadas baterias robadas, soy una ladrona, robe las baterias de aquella abandonada tienda, le robe una hija a esos señores en una noche de navidad, le robe sus amigos, su familia, su estilo de vida, una linda casa, mucha linda ropa, y ahora, ahora intento robarle a la vida unas cuantas horas mas, horas para un baile, horas para un beso, horas para oirle, horas para amarle.

Ella llora y posa su cabeza en mi pecho, ella llora, la abrazo y beso pero sus lagrimas continuan fluyendo y mojan su dorado y dulce cabello, yo la veo tan hermosa como hace cinco navidades. Demonios, incluso tus lagrimas son bellas.

La he hecho llorar, cuando siempre es tan fuerte, tan elegante, esto es mi culpa, si tan solo hubiera revisado el auto, si mi telefono hubiera retenido credito y bateria, si tan solo no le hubiera visto sus ojos.

Ella se aleja.

No, no me sigas, no quiero que mueras.

Ella intenta huir, no la dejo.

Siento su piel en la mia, siento su respiración, no, no me detengas.

Ella llora.
-Tu me haces feliz- Digo mientras abrazo su huida.

Estupida, estupida, estupida, simepre sabes que decir.

Ella y sus rodillas se rinden, se tira al suelo como una niña, me hinco frente a ella y acaricio su cara.

¿Qué quieres de mi?

-Solo quiero estar contigo, tanto tiempo como me sea concedido-

-¿Comó puedes ver mis pensamientos?

-Los escucho en tu cara-

Rio y lloro. Doy gracias por el tiempo concedido y maldigo al creador por el que ahora me es arrebatado.
La beso, acaricio su cabello, mis manos se funden en las suyas, nuestro sudor se mezcla, nuestros cuerpos mimetizan uno solo.

Ella respira lentamente enseguida de mi, seguimos a tres pisos de una ciudad vuelta loca, decididas a no desperdiciar una gota del pequeño oasis de vida que nos construimos, la musica muere en conjunto con las baterias, y nosotras vivimos.

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